domingo, 23 de noviembre de 2008

EL DERECHO A TENER ADULTOS EDUCADORES


En el día de los derechos del niño se ha subrayado el derecho a la educación. Más allá de la educación en el sentido de enseñanza que daba a entender el cartel anunciado de este año, creo que hay que exigir este derecho no solamente a los poderes públicos que garantizan la enseñanza y las atenciones a la infancia, sino a todos los adultos en general. La educación se hace por ósmosis no por transmisión oral o escrita. Los jóvenes de hoy tienen más información que nunca y sus comportamientos cívicos, su cuidado del medio, sus costumbres alimentarias, su compromiso en las relaciones... dejan mucho que desear. El problema, más que "hay que ver cómo son", resulta ser "hay que ver cómo los hemos hecho". Porque desde que el hombre es un ser social aprendemos lo que vemos, lo que nos transmite el lenguaje corporal de los que van por delante. Este es el principal derecho a la educación que creo que hay que reclamar a todos los adultos que formamos la sociedad Aquí es donde veo la mayor carencia educativa.

En mi trabajo nos tenemos que hacer frente a casos de adolescentes con absentismo escolar y asistencia irregular o comportamientos disruptivos. Cuando llamamos la atención a las familias hay una respuesta mayoritaria: que no se puede con los hijos. Lógicamente cuando es tarde para imponerse hay que reconocer que no se puede hacer nada. La pregunta es qué se ha dejado de hacer antes. Son cada vez más las profesoras de educación infantil que llaman la atención sobre el número creciente de niños tiranos que llegan a la escuela.

La educación es un compromiso irrenunciable para todos los adultos pero es exigente y como tal es fácil caer en la tentación de mirar para otra parte y pensar que los hijos se educan solos o lo hacen el gobierno, la Iglesia, los profesores, los monitores... Es muy cómodo también quejarse de las gamberradas, los destrozos, los botellones, las agresiones... pero cuando las estamos viendo no nos damos por aludidos, para eso está la policía, los vigilantes o "fíjate que mal educados están, no sé a dónde vamos a ir a parar".

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