martes, 9 de junio de 2009

LA QUE NOS ESPERA


Mientras comíamos hoy, María me ha estado contando una de las actividades de hoy con sus críos aula de 5 y 6 años. Me quedo con lo que más me ha llamado la atención y dejo al final abiertas las interpretaciones o conclusiones que se quieran sacar de ello. Hoy era el cumpleaños de uno de los niños. María tiene institucionalizado todo un ritual para la celebración de los cumpleaños y hace de ellos, más allá de la cuchipanda y el "cumpleañosfeliz", un momento educativo. Cada niño o niña escribe, según sus posibilidades, una dedicatoria y hace un dibujo para el homenajeado a modo de postal personalizada. Después de entregarlo suele proponer un tema de conversación tirando del hilo de algún sucedido del día o de alguna preferencia del cumpleañero. Para finalizar hacen un baile o un juego colectivo de forma espontánea, según se les ocurra en el momento.


El protagonista de hoy es uno de los más infantilones de la clase y parece ser que la celebración le estaba estimulando lo suyo porque estaba transfigurado y radiante. María ha aprovechado esta circunstancia para felicitarle porque se está haciendo un chico grande, a lo que éste contestó muy contento que sí. Entonces a María se le ocurrió hacer una simple pregunta en plan coloquial ¿Tú qué crees que hacen los chicos grandes que no pueden hacer los pequeños? A partir de ahí ha surgido todo un foro en el que se quitaban la palabra unos a otros y que, con lo a gusto que estaban en la conversación, se habrían olvidado del juego final si ella no hubiese cortado. No puedo repetir todo lo que me ha contado pero voy a referir los puntos que más me han llamado la atención y la deriva que ha seguido el debate que han montado.


Después de dejar muy claro lo que los más pequeños no pueden hacer y de que a éstos les hacen mimitos por ser bebés - está claro que un sector de la clase tiene hermanos más pequeños o bebés- y a ellos no por ser más grandes, pasaron a comentar que los mayores pueden salir a calle solos pero que ellos aún tienen que hacerlo con la madre. Claro hay que obedecer a la madre cuando sales y en casa y no hay que hacer como otros mayores que no obedecen. Y además contestan mal a las mamás, y les chillan, y algunos les pegan. Y no podemos salir solos y debemos estar donde dicen las mamás porque hay gente mala que nos puede hacer daño. Esos son los psicópatas que se dedican a hacer daño a la gente, y además quieren mandar a todos y son muy malos. Huy, qué palabra más rara ¿Qué significa eso de psicópata? Pues que se dedica a hacer daño, yo he visto en la tele que unos de esos hacían mucho daño a una chica ¿Sí, y porqué hacen esas cosas? Porque sólo piensan en fastidiar, no porque están malitos porque tienen una cosa en la cabeza que les hace ser así, no porque cuando uno está malito tiene fiebre y vomita y le duele la garganta, claro entonces no están malitos, es que son muy malos...


Este debate con "angelitos/as" de 5 ó 6 años hubiera sido digno de filmación y no para tomárnoslo a guasa. No es que quiera tampoco compararles con los 5 años de mi infancia cuando estábamos en Belén con los pastores, como dice mi madre, y con nuestra inocencia infantil debidamente protegida por el manto del nacional catolicismo y por los mandatos del glorioso movimiento nacional. Pero creo que debemos preguntarnos seriamente cómo pueden digerir estos pipiolos semejante dosis de información que les estamos dando o que estamos permitiendo que reciban a través de la televisión y de otros medios, como las conversaciones o las controversias de adultos que se hacen en su presencia porque "es igual, no se enteran".


No sé si las familias de hoy y la sociedad en general está cayendo en la cuenta de que es un error actuar como si los niños se hicieran a todo y no necesitasen protección, sin tener en cuenta que es importante ser niño de verdad para llegar a ser un adulto maduro. Mientras se siga riendo las gracias a la precocidad de niños con actitudes y gestos de mayores y no se controle - por inconsciencia, ingenuidad o comodidad- lo que ven o lo que oyen,va a ser imposible atajar y ni siquiera prever las consecuencias de estas indigestiones informativas y, en qué manera, puedan estar marcando desde ya el camino que desemboca en esas conductas intolerables que cada día se adelantan más a la adolescencia.


Estos críos han tenido, al menos, la suerte de toparse con un espacio donde se encuentran a gusto y tienen la confianza suficiente para poder expresarse con espontaneidad y poder contrastar lo poco o lo mucho que creen saber o que saben, aunque no lo entiendan. Y, como no, se han encontrado con una tutora que, además de haber creado ese ambiente, les ayuda a ir elaborando esa información en sintonía con sus esquemas infantiles para que la vayan asimilando según sus posibilidades. No saben la suerte que están teniendo, tal como está el patio educativo.



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