miércoles, 5 de octubre de 2011

MONTXO FERRER

Esta semana ha estado Montxo Ferrer en Bilbao. Entre los diversos actos en los que ha participado, ha dado una charla en el colegio de médicos de Bizkaia sobre el deporte que la fundación promociona en Anantapur. Así que tuve la oportunidad de verle y escucharle en vivo y en directo. Tenía suma curiosidad por conocerle y he de confesar que asistí con cierto ánimo de escrutarle para comprobar si de verdad es un líder o si es como esos príncipes, que su único título es "ser hijo de..." Ciertamente quedé impresionado y un tanto celoso porque a la salida María me confesó que se había quedado enamorada de él. De verdad, razones no le faltaban y no porque fuese un figura de revista. Montxo transmite serenidad, convicción, seguridad y visión. No es elocuente, y menos en su castellano mal hablado, pero convence y conquista. Le basta una mirada, una frase certera, una sonrisa ante los problemas más arduos y el tono de su expresión verbal y corporal. En el fondo de lo que transmitía se podía ver y palpar el espíritu de su padre, aunque físicamente recuerde a su madre. Es importante que esté dando nuevos pasos desarrollando y actualizando la herencia que recibió de ellos: sus principios, su experiencia y sus objetivos. Podría haberse dormido en los laureles de la fama adquirida por los resultados exitosos a los que ha llegado la fundación, sin embargo,  ha extendido su presencia a nuevos territorios en los que hay que comenzar desde cero, de manera similar a lo que su padre se encontró al llegar a Anantapur.

El tema de la charla, "El deporte en Anantapur", podría parecer de lo más chocante en un acto que llevaba el cartel de solidario. Estamos acostumbrados a que se nos llame a la solidaridad en las grandes catástrofes, en las hambrunas, en las guerras... El deporte por estos pagos tiene otras connotaciones y puede resultar contradictorio que una ONG venga a hablar de deporte, cuando medio mundo pasa hambre. Sin embargo quedó muy claro tras la exposición de Montxo cómo el deporte puede servir también para ayudar a la integración social de las capas y de las castas más desfavorecidas de la sociedad. Todo niño o adolescente, y si es pobre y marginado más, necesita desarrollar su cuerpo y aprender a comportarse en sociedad y en equipo, por ello el deporte es un aspecto mimado en las escuelas de la fundación. Lo que más me sorprendió, de todos modos, fue descubrir que en aquella zona rural de la India se estaba utilizando el deporte como un recurso más en la lucha contra la discriminación de la mujer. Solamente nos hizo caer en el detalle de que las jóvenes estaban corriendo y jugando en pantalón corto. Nos puede parecer algo normal pero en aquella sociedad no ha debido de ser nada fácil conseguirlo.

Salí sumamente contento del encuentro principalmente porque pude comprobar que en el trabajo de la fundación se cuidan con mimo y con rigor todos los aspectos de la promoción integral de la persona y de la sociedad. También percibí, a través de las respuestas que iba dando Montxo en el turno de preguntas, que en toda actuación lo que la fundación busca es dar posibilidades para que sean los dalits quienes desarrollen sus potencialidades y sean ellos mismos los que busquen las soluciones a sus problemas. Nuestra función se reduce a aportar recursos, aunque por el paternalismo típico de primer mundo tendamos a querer dar cosas hechas o a hacer nosotros lo que ellos no pueden. Y, a propósito de deporte, las iniciativas y la implicación de la Fundación Athletic Club me parecen un puntazo. 

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