martes, 7 de agosto de 2012

¿Qué estamos haciendo?

¿Su hija sale así de casa?
El sábado pasado, según bajaba hacia el polideportivo para mi sesión de natación, me fui cruzando con varios grupos de quinceañeras ataviadas para fin de semana, con ademanes ad hoc y en dirección a los lugares habituales de botellón. Algunas se tambaleaban sobre unos tacones kilométricos lo que colaboraba a hacer más grotesca su imagen. Otras iban hablando a gritos entre risas histéricas o pegando voces a móvil diminuto. Iban, eso sí, pintadas hasta las orejas y la gran mayoría se tapaban algo con unas minifaldas tan minis que se podía ver perfectamente el tanga, y lo que éste no puede tapar, al mínimo movimiento.

Para mí no se trata de moralizar o de echar discursos apocalípticos sobre a dónde vamos a parar, esta juventud podrida... y cosas así. Sin embargo, dentro de mi perplejidad, me asaltan un montón de preguntas. Por ejemplo, ¿Qué necesidad tienen estas adolescentes de disfrazarse de putas baratas y de ponerse de alcohol, o de lo que sea, hasta la vomitona para decir que se lo han pasado bomba? ¿No les hemos transmitido nada más interesante y sano para que creen su forma de divertirse? ¿Si no se lo ha transmitido la familia, dónde lo han aprendido? ¿No pueden las familias contrarrestar esos otros transmisores invisibles de su medio ambiente? ¿Quién les ha comprado semejante vestimenta o les ha dado dinero sin mirar en qué lo gastaban? ¿Les han visto salir de casa con esas pintas o han mirado para otra parte por aquello de la paz en casa, mejor no tener una bronca? ¿Igual les han dicho que van rompedoras y cosas así? ¿Podemos considerar estos fenómenos como indicadores del nivel cultural y de buenas notas de una parte considerable de nuestros jóvenes? Y suma y sigue poniendo preguntas.
¿Sabe si su hija cuelga cosas así en internet?

Es muy fácil argumentar que cabezas locas las ha habido y las habrá siempre y en todas partes, pero creo que estas cabezas locas a las que me refiero van bastante más allá de lo anecdótico, tanto por su cantidad como por lo que se ve en los mundillos juveniles. Las considero como alarmas rojas que nos están saltando a la cara y nos están avisando de que algo no hemos hecho bien, porque las nuevas generaciones, como todas las anteriores, son en parte muy importante producto de las que les han antecedido. Si la familia ya no educa porque se ve superada, si la docencia ya no sirve para educar porque cada día se minusvalora más al profesorado, si las iglesias tampoco lo pueden hacer porque cada vez son menos los feligreses, si a los que dirigen la política solo les importa  la educación como un tema más de su programa electoral... ¿Quién educa entonces? ¿Se educan los menores entre sí o viven en un mundo irreal manipulados por todo un sistema endiablado? ¿Es válido permitir que ahora los jóvenes vivan en la inconsciencia más absoluta porque luego ya tendrán tiempo de ... ? ¿Quién les está preparando para ser conscientes de todo lo que les viene encima y para que tengan una preparación que les capacite para afrontarlo? Sinceramente, veo que esto pinta cada vez peor y muy de prisa. De ahí mi pregunta inicial que viene a ser como echarse las  manos a la cabeza diciendo "Dios mío ¿Qué estamos haciendo?"

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