miércoles, 28 de noviembre de 2012

Su Santidad se ha quedado corto

Los periodistas, que están a la que salta, han aireado a bombo y platillo que el Papa ha dicho en su libro que eso del buey y la mula en el pesebre no vale. El personal se lo ha tomado de diversa manera, pero generalmente con un sano cachondeo, por aquello de qué vamos a hacer ahora con las figuras del Belén o que a buenas horas nos vienen con eso. Supongo que en el libro de su santidad hablará de más cosas pero en ésta no sé si nos ha llamado tontitos o se ha pasado de listo queriendo desmitificar un detalle tonto para no entrar en una cuestión fundamental que sigue levantando ampollas en los sectores más retrógrados del catolicismo. No hace falta que se meta con esos entrañables símbolos creados por Francisco de Asís y que han arraigado en gran parte de los países con mayoría de católicos entre sus ciudadanos. 

En realidad lo que hay poner en claro es todo lo referente a la fiesta de la Natividad. Para  gran parte de los fieles es la fiesta cristiana por excelencia, y así nos lo hicieron creer, cuando en realidad la fiesta fundamental es la Pascua. Para los primeros cristianos no era importante la fecha del nacimiento sino la resurrección de Jesús. Por otra parte, no es casual que las fechas de esta celebración navideña coincidan con las antiguas saturnales romanas y con las celebraciones del solsticio de invierno. El haberlas "cristianizado" aquellas fiestas, no ha dejado de ser, por tanto, un barniz para cambiar este tipo de fiestas populares que para la cristiandad no eran sino paganas e intolerables. Sin embargo, el fondo popular ha permanecido con el paso de los tiempos y a este barniz le está llegando la fecha de caducidad. Se ha ido resquebrajando poco a poco, pero en estos últimos tiempos está desapareciendo a marchas forzadas. Resulta cada día más evidente que estas fiestas quedan reducidas a grandes comilonas, a reuniones familiares cada vez menos significativas para las nuevas generaciones y a la compra compulsiva de regalos, mientras el bolsillo lo permita. Queda algo del tinte del mensaje típico de la Navidad en la nube de entidades, ONG, asociaciones cristianas, etc que nos asaltan con sus mensajes altruistas o caritativos para arrascar unas cuantas migajas sobrantes de los cuantiosos gastos del momento  a la gente de buen corazón.

Claro que en la realidad no hubo ni buey ni mula, pero tampoco hubo Belén, ni descendencia de David ni concepción milagrosa. Las narraciones del nacimiento solamente figuran en dos de los evangelios que fueron redactados  al final del siglo I y querían ser una exaltación de la figura del personaje del que se iba a hablar a lo largo del evangelio, para impresionar a los nuevos creyentes. De ahí que los textos tengan grandes similitudes con las mitologías de la época. Los textos más antiguos, al rededor del año 50, son los de S. Pablo a los Gálatas  que habla de Jesús como "nacido de mujer y nacido bajo la ley". Y el evangelio de Marcos comienza cuando Jesús sale del desierto para comenzar su vida de predicador. Poco más se puede saber de su procedencia además de que parecía oriundo de Nazaret. 

Pero el desmitologizar todo esto le pone muy nerviosa a la jerarquía católica porque cree que con ello se le viene abajo el tinglado. No comprendo cómo tan ilustres mentes no pueden ver que el mantener a toda costa  ese montaje no es asegurar la base de la fe sino que puede ser un problema añadido para la credibilidad del mensaje cristiano ante el hombre y la mujer del siglo XXI. Y supongo que su santidad querrá salvar como sea lo del dogma de la Inmaculada, aunque en el Nuevo Testamento se hable de Santiago el hermano de Jesús o de sus hermanos y aunque hoy en día resulte un dogma infumable y sea una fuente más de descrédito. Pero como los papas no se pueden equivocar... A todo esto, el pueblo llano, y el no tan llano, supongo que pasa de estas disquisiciones y se apunta a un bombardeo, con mula o sin ella: puente de la Inmaculada, paga extra - si no la quitan- fiestas, compadreo y buen yantar, aunque haya que limitar los gastos.

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