viernes, 24 de mayo de 2013

¡Gracias, 15M!

En otras ocasiones he escrito que el fenómeno del 15M me ha pillado a paso cambiado , por lo que no me he encontrado con fuerzas para participar directamente en sus movilizaciones. Aún así, me considero un participante de retaguardia y hoy quiero reconocer lo que ha supuesto para mí uno de los fenómenos sociales que más ha impactado en la sociedad española de este principio de siglo. Considero, ante todo, el 15M como una erupción volcánica de dimensiones espectaculares, provocada por la acumulación de los gases de la indignación y, por qué no decirlo, de la mala leche que estaba generando en gran parte de la población la tomadura de pelo y el expolio al que se nos está sometiendo. Puede que muchos consideren que fue un desahogo y se acabó. Yo lo veo de otra manera. Esa erupción ha dejado abierto un cráter por el que siguen surgiendo unas lavas muy interesantes que están propiciando cambios importantes en el terreno social y político.

Muchos de los que participamos en su día en la lucha sindical, estudiantil o ciudadana para conseguir que este país pasara de la noche de los tiempos a un horizonte abierto, nos encontrábamos sumidos, en mayor o menor medida, en una sensación de desengaño. Era lógica nuestra decepción ante los derroteros que había tomado la vida política y ante la indiferencia y el autismo que se habían apoderado del ambiente social. El 15M ha supuesto el volver a tener razones para creer que no todos los valores se han perdido. A muchos nos ha supuesto comprobar que lo que empezamos tenía razón de ser y que de aquellas cenizas va surgiendo algo nuevo que nos impulse a salir del pozo donde nos han metido, sin esperar a que los próceres, tanto económicos como políticos, nos echen la escalerilla, porque sabemos de sobra que no lo van a hacer porque no saben, porque no pueden y, en realidad, porque no quieren.

Los más escépticos creen que, como este movimiento no ha cuajado en un alternativa política en forma de partido, coalición o algo similar, no ha servido para nada. Sin embargo creo que ahí radica su fortaleza. No necesitamos más partidos políticos sino más protagonismo de los ciudadanos y más fuerza en los movimientos sociales para que aquellos se bajen de su pedestal y respondan a las necesidades que se les plantean, para lo que teóricamente se formaron y fueron elegidos. Los movimientos antidesahucios, las mareas naranja, blanca, verde... no pasarán aunque el absolutismo parlamentario que asola este país siga cometiendo atrocidades sin escucharles. Si estas mareas no llegaren a ser suficientes, habrán dado paso a otras que como olas continuas irán erosionando ese poder económico y político enrocado en la ideología neoliberal. De una cosa estoy seguro y es lo que más agradezco al 15M: ya no van a poder mantener adormilada a la sociedad y, mucho menos, callada. Por eso mi título, gracias a todos esos ciudadanos que semiorganizados o espontáneamente es han echado a la calle y han hecho posible estas realidades.

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