miércoles, 1 de mayo de 2013

Monseñor Romero, que bueno que volviste!!

Me he enterado que el papa Francisco ha desbloqueado el proceso de beatificación de Monseñor Romero. No es que las canonizaciones me preocupen mucho o nada -porque vistas muchas de ellas y los métodos que usan para proclamarlas son como para echarse a llorar-, pero en este caso me ha gustado la noticia porque aclara muchas cosas. Ante todo, deja bien a las claras cuál es la postura de toda una jerarquía de rancio abolengo vaticanista -con Benedicto a la cabeza-, a la que puso en su momento, y aún pone, sumamente nerviosa todo lo que se pueda mover en Latinoamérica. Más aún en este caso, cuando era un obispo el que  cantaba las verdades a las claras y se ponía a defender a los pobres y a los perseguidos de su país sin ningún rubor, sin pelos en la lengua y con total dedicación. 

Llego a creer que su asesinato le hizo un favor a la curia, porque monseñor Romero era un prelado, no era un teólogo de esos a los que se les puede silenciar de un decretazo. Mira por dónde, quizás de rebote,  los esbirros de la dictadura les hicieron el trabajo sucio también a los curiales, aunque lógicamente lamentaran y condenaran enérgicamente el suceso. El pueblo llano de El Salvador le considera como su santo desde la fecha de su martirio, porque su asesinato fue un auténtico martirio. Lo mataron por dar testimonio y cuando la gente sencilla y llana hizo suyo ese testimonio, llegaron los jerarcas de Roma a apagar el incendio para que la grey no se les descarriara con doctrinas peligrosas que pudieran crear problemas con las autoridades o fomentar actitudes extremistas. O sea que secuestraron al  santo de los salvadoreños y nos dejaron al resto de los católicos sin canonizar a un testigo auténtico del evangelio. 


El hecho de que el papa Francisco, procedente de Latinoamérica, haya tomado esta decisión  con total valentía me parece de vital importancia. En primer lugar porque devuelve a su continente un testigo y un valor que le había sido secuestrado y, a la vez, le reconoce a la iglesia latinoamericana la importancia que se merece dentro del universo católico. En segundo lugar porque Francisco recalca claramente la impronta de toda su trayectoria pastoral, esto es, que la iglesia tiene sentido en la medida en que responde a los desfavorecidos de la tierra. Y en tercer lugar, este gesto, sumado a otros que ha ido dando en el poco tiempo que lleva de pontificado, nos  da a entender que ya ha comenzado a abrir ventanas y a sacudir alfombras para que se empiece a airear la iglesia y se vaya echando fuera la corrupción acumulada en las últimas décadas, que ha resultado ser un lastre y un antitestimonio flagrante para los católicos de a pie y para el mundo entero.

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