lunes, 25 de noviembre de 2013

El peligro de las conductas machistas

Según un estudio que se acaba de publicar en el País Vasco, parece ser que entre los adolescentes están aumentando los casos de machismo en las relaciones de pareja. Los medios de comunicación y sus comentaristas no comprenden cómo estos comportamientos se pueden seguir reproduciendo en una población que ha crecido en un ambiento marcado por el lenguaje y los mensajes de igualdad provenientes de todos los ámbitos: escolar, institucional, publicidad, televisivo... Según he podido ver en algún noticiero, los políticos bienpensantes de turno ya se han adelantado a declarar que en este tema la educación es fundamental. Espero que esto no signifique que van a poner una asignatura más en el currículo escolar o que sigan bombardeando los institutos con campañas publicitarias, porque el concepto educación tiene muchas acepciones.



Creo que está más que de sobra demostrado que todas las campañas en plan publicitario en televisiones y todas las monsergas, por muy bien disfrazadas que estén, que se echen a los adolescentes en los centros escolares, no sirven absolutamente de nada. Es verdad que las actitudes y los comportamientos machistas de los que se habla son peligrosos, porque más o menos insensiblemente pueden comenzar como un juego entre adolescentes y acabar en tragedias de mayores. Pero estas actitudes no se aprenden en ninguna parte, se aprehenden, que es distinto, en el ambiente. Se reciben por transmisión inconsciente: primero lo que se percibe en la familia y, además, la competitividad o las presiones en el grupo de iguales, las redes sociales, la información al segundo de los nuevos móviles... Es lo mismo que si quisiéramos atacar un virus con antibióticos destinados a contrarrestar bacterias. Los mensajes verbales no pueden llegar contrarrestar algo que se va generando en el fondo de la personalidad por vía de otros canales de comunicación.

Otro aspecto importante del problema es que las actitudes machistas no son unidireccionales. Es curioso el testimonio de muchas chicas que señalan a compañeras que se dejan dominar por sus parejas -y eso que no han hecho más que comenzar su relación- e incluso parece que les gusta. Las preguntas que se tienen que hacer son las mismas: qué han vivido en casa, qué carencias personales tienen,  qué estímulos están teniendo en sus centros escolares, que falta de control o de apoyo de su vidas hay por parte de sus tutores... En los años en que he estado de responsable del PCPI han pasado por sus talleres bastantes chicas con ese problema. La mayor parte de ellas eran de las que arrastraban un  fracaso escolar más que notable y no pocas han quedado embarazadas estando aún escolarizadas.

La información sola no educa aunque sea un principio imprescindible, hace falta la implicación de los adultos que en esta sociedad y en gran parte de las familias parece que se ha tomado la deriva de la permisividad porque si no fíjate cómo se ponen, cualquiera les dice nada o cómo todos lo hacen ahora... Ese es el fracaso en la educación más difícil de solucionar y el que más secuelas negativas está acarreando.

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