lunes, 9 de diciembre de 2013

Los hay para todo

Ven, siéntate campeón. No te lo puedes creer, me han dejado con 800 € de pensión por 10 años trabajados. Bueno en realidad puede que sean más años pero igual no figuran como trabajados. Es que yo me iba cuando se me ponía en los cojones y no le hacía caso al encargado. Creo que he trabajado más años pero me dicen que han sido 10 y no me queda otra, tú me contarás qué puedo hacer con 800 €. Hubo una temporada que estuve de barrendero y me tiraba igual dos horas barriendo y el resto de tasca en tasca, que los den por... 

Me acababa de sentar en el metro, que a esas horas iba bastante vacío, y ése fue el recibimiento del compañero de asiento. Por más que le miraba no era capaz de reconocer a ese tipo, era la primera vez que le veía en mi vida. Por las miradas de soslayo que nos prodigaban algunas señoras de los asientos contiguos me imaginé que no era el primer interlocutor que recibía tan alarmante información. Era un varón de complexión fuerte, que podría ser más bien menos que más de mi edad y de mi estatura. El brillo de su atuendo no era precisamente a causa de la limpieza. Eso sí con la disculpa de que me lo decía a mí parecía , por su tono de voz, que se lo estaba contando a todo el vagón. Lo de hacerme preguntas era pura retórica porque no me dejó meter baza.

Tengo mucha fe en la Real Sociedad. He apostado 100 a que hoy mete dos goles. Creo que no me va a fallar, estoy seguro. No importa que le metan algún gol, que es posible, pero van a ser dos. Yo apuesto mucho, sabes? Siempre se gana algo. Bueno con el Gatasaray he perdido ya 100 pero estoy seguro de que que con estos otros internacionales voy a suplirlos, sin contar con los de la Real. Mira, mira.

A todo esto se puso de pie. Ingenuo de mí, creía que se iba a bajar porque habíamos llegado a una estación. Se levantó el faldón de su chambergo, echó mano a su bolsillo derecho y me plantó delante de mis narices un fajo de apuestas. A primera vista pude contar al menos 12. De inmediato sacó 4 o 5 del izquierdo.Estos ya los he perdido, así que ahora voy a poner también en este montón el del Galatasaray. Pero ya verás el pastón que voy a sacar. 

¿Cómo es que llevas billete de metro? - Casualidad, ese día había olvidado mi barik en casa- Cuesta por lo menos 1,60, no? Yo tengo la tarjeta de pensionista y me cuesta 0,31 el metro y 0,55 el bus. Voy y vengo de Barakaldo a Bilbao varias veces al día porque hago unas actividades, así que vengo a salir a 40 € mensuales más o menos, es una burrada al año, fíjate que hay veces que le tengo que decir a la tutora que me dé para el metro que no me llega, pero no me corto.

Acabáramos. Ya estaba yo calculando que con esa edad, con tan pocos años trabajados y con semejante tiro había algo más que un trago de más, y la cita a la tutora me lo dejó claro. Le dejé echando cálculos sobre las papeletas de apuestas y me bajé en mi estación tras despedirme de él, aunque absorto en lo suyo ni me contestó. Muchos harían unas buenas risas a costa de la pedrada de este sujeto. Las caras que veía alrededor eran de ponerle a caldo de perejil por lo insensato y lo pesado que se había puesto, y no faltarán los que comenten en las tertulias esta anécdota como ejemplo de cómo se despilfarra el dinero público dándoselo a gente como ésta que se lo gasta en apuestas y tascas y vaya usted a saber en qué más... 

Sin embargo creo que él no necesita nada de esto. A mí se me ocurrieron bastantes preguntas de otra índole como, por ejemplo, por qué tuvo que trabajar de barrendero, si tuvo oportunidades de tener una formación, si vivió en una familia o en un hospicio, si ha estado bien atendido en caso de sufrir alguna enfermedad mental, qué tal le va con la tutora y por qué la  tiene, si no se da cuenta del peligro de la adición a las apuestas... Ante todo y por encima de lo absurdo de su comportamiento es un ser humano que merece tanto o más respeto que los demás porque está en una clara situación de desventaja. Me fui como quien se libra de un pesado, pero lo sigo recordando con pena, claro que un viaje de cuatro estaciones de metro no era el sitio más adecuado para poder prestarle la atención que estaba reclamando a voces.

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