domingo, 3 de abril de 2016

Carta abierta a D. Felipe de Borbón

Muy señor mío:

En ésta me dirijo a usted en calidad de su condición de jefe del estado español. Permítame que me dirija a usted sin la terminología mayestática a la que estará acostumbrado, ya que me considero republicano, aunque admito esa condición porque así lo han querido la mayoría de mis conciudadanos. Vengo a pedirle encarecidamente un favor que creo compartir con una gran mayoría de ciudadanos y ciudadanas de este país, por lo que voy oyendo en conversaciones y en los diversos medios de comunicación. Como creo que ya habrá intuido, me refiero a la situación política presente rayana en el esperpento. No hace falta que se la describa porque supongo que usted estará mejor informado que los ciudadanos de a pie y, quizás, tan o más cabreado que nosotros ante tan lamentable espectáculo. Como no veo que haya nadie que pueda pararlo, me he decidido dirigirme a usted.

Desde la semana siguiente de las elecciones de diciembre barruntábamos que no iba a ser posible formar gobierno. Los de antes porque comenzaron a dar el paso atrás y ahora se dedican a hacer campaña electoral, cuando se supone que urge formar gobierno.
Los nuevos porque no se ponen de acuerdo y a lo mejor no deben ponerse por el bien de todos. Todos dicen que quieren dialogar pero cada cual está jugando un solitario y, además de hacerse trampas, su diálogo se  reduce a destacar las trampas que se hacen los demás. Mientras tanto, todos dicen que no quieren elecciones y aquí estamos los de a pie aguantando discursos, peroratas, acusaciones,  dimes y diretes de dirigentes, politólogos y tertulianos abiesos. Vamos que ni el más absurdo de los reality le llega a hacer sombra. 


Me pregunto si usted podría librarnos de semejante tortura y aburrimiento. ¿Qué hacemos perdiendo el tiempo un mes más cuando todos prevemos que no va a quedar otra que las urnas? Ya sé que no entra dentro de sus facultades convocar nuevas elecciones por iniciativa propia, ya que debe respetar los plazos marcados por la constitución.
Sin embargo podría convocar a todos los cabezas de partidos y nada de uno por uno a todos juntos y hacer algo así como lo que decimos en el vulgo: dar un puñetazo en la mesa y lanzar el juramento más contundente que su alta condición le permita.
O salen de allí con un gobierno o se dejan de historias, van al parlamento y hacen una votación para disolver las cortes de inmediato y nos devuelven la palabra a los ciudadanos. Luego que se atengan a las consecuencias.


Reconozco que esto no resultará fácil para usted, pero espero que de alguna manera podrá intervenir para concedernos el favor de que termine esta pesadilla que si no acabará siendo una jaqueca descomunal para el país entero. En caso de que dé algún paso para resolverlo le estaré profundamente agradecido.

Atentamente
Luis Fernando Gil

Barakaldo 3 de abril de 2016

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